Cuando hace poco más de 70 días la nueva administración se posesionó, lo hizo con el anuncio de una agenda de reformas estructurales ambiciosas en los frentes de salud, temas laborales, pensiones y educación. Además, por supuesto, de tener como bandera de campaña una reforma agraria y la intención de volcar la economía hacia una producción limpia y no extractiva. Lo que no pareció tener tan en cuenta el nuevo gobierno fue que iba a enfrentarse a una situación de déficit fiscal profundo, uno de los más grandes en la historia de Colombia, a una inflación creciente, una moneda devaluada, la cuenta corriente en rojo, altos niveles de endeudamiento y una deuda que se encarece con la pérdida del valor adquisitivo del peso frente al dólar.
En este Informe Semanal analizamos la difícil situación económica que atraviesa el país. Algunos de esos problemas los hemos identificado y los conocemos (el panorama fiscal, el exceso de demanda, el déficit externo y las presiones inflacionarias), pero otros apenas empiezan a consolidarse, como la fuerte devaluación del peso y la dificultad del encarecimiento de la deuda. Desde junio esos problemas han tomado fuerza y el futuro de la economía depende en buena medida de cómo se aborden esas nuevas presiones.