Los orígenes del conflicto ruso-ucraniano se remontan al fin de la Segunda Guerra Mundial. Los países aliados, que era un bloque conformado principalmente por Estados Unidos, Gran Bretaña y la Unión Soviética (URSS) lograron derrotar a la Alemania Nazi. Si bien la alianza fue exitosa para ganar la guerra, la visión política y económica al interior del grupo era muy distinta e imposibilitó sostener relaciones estrechas luego de la Guerra.
El periodo histórico posterior de la victoria aliada, que se conoce como la Guerra Fría, fue una etapa caracterizada por tensiones y escalamientos entre Estados Unidos, la Unión Soviética y sus aliados. Ese conflicto, que nunca llegó a ser bélico entre las naciones protagonistas, ocupó gran parte de la segunda mitad del siglo XX.